Lo que dice el cura Berríos sobre el aborto no tiene sentido

He visto últimamente en mis redes sociales que se ha compartido una noticia de El Desconcierto sobre una entrevista que se le realizó al padre Felipe Berríos el año pasado, en la cual se le preguntó por el “debate” que ha generado el proyecto de aborto en tres causales. No me voy a referir al proyecto de ley ni tampoco al problema de la ética del aborto que es, como supondrán, muy espinoso (aunque adelanto que las conclusiones sobre ese debate, al menos de la literatura que conozco hasta la fecha, son – o deberían ser – contrarias a todo tipo de aborto, precisamente porque las premisas en las que se apoya su defensa poseen implicancias que nadie – ni un defensor del aborto, al menos al tenor del “debate” chileno – aceptaría.
Quisiera referirme, más bien, a lo que dijo el padre en esa entrevista – o al menos, para ser justos, a lo que ese medio dice que dijo – que es, precisamente – y como adelanté en el título – una incoherencia. Analicemos los enunciados que pueden verse en esa entrevista:

(1)    “Soy un sacerdote católico, y estoy en contra del aborto, creo que es un daño siempre”
(2)    “Lo que se va a legislar no es a favor del aborto. Es la despenalización del aborto”
(3)    “Yo no juzgaría ni penalizaría en ningún caso a ninguna mujer que decida eso”
(4)    “Hay una preocupación por el ser vivo antes de nacer pero no la tenemos después de que nace”
(5)    “Yo estoy rodeado de gente que se le respetó el derecho a nacer pero no se le respetó el derecho a ser personas”

Comencemos por (1). Podemos parafrasear (1) como sigue:

(A) Para cualquier S, si S es sacerdote católico, entonces, (i) S está en contra del aborto y (ii) S cree que el aborto siempre es un daño.

Aquí S es una variable que refiere a cualquier sujeto. (A) es, me parece, normativamente verdadera, porque cualquier sacerdote que tiene formación filosófica y teológica y para cualquier sacerdote que acepta la visión antropológica del cristianismo, la oposición al aborto se sigue con necesidad. Y cualquier cristiano que tiene un mínimo de formación doctrinal, en conjunto con la filosofía que le sirve de base, también estaría racionalmente obligado a oponerse, si comprende las premisas en las que dicha oposición se funda. Creo que no hay más que decir al respecto.
    Ahora, vamos a (2). Este enunciado me parece el más problemático, y es el que funda, a mi modo de ver, la verdad del enunciado del título de esta opinión. La inconsistencia es sutil, y por eso debemos ser cuidadosos. (2) asume que:

    (B) Legislar a favor del aborto ≠ despenalizar el aborto

Quien afirma que ambos enunciados son distintos lo puede hacer, me parece, sólo sobre la base de que:

    (C) Legislar a favor de X = promover X

Mientras que:

    (D) Despenalizar X = que X pueda ser realizado sin consecuencias penales.

    Sin embargo, me parece que (C) es falso. Argumentaré que:

(E) para cualquier X, si X se despenaliza, entonces X se promueve.

Por supuesto que la conversa es falsa. Si X se promueve, no necesariamente X se despenaliza, porque X se puede promover por otros medios, y – sobre todo – porque X puede no estar penalizado. El punto es que si X está penalizado, y X se despenaliza, entonces X se promueve.
    Hay varias razones para aceptar (E). La primera es que, para cualquier penalización de una conducta C, dicha penalización supone una disuasión de C. Es más, entre las diversas teorías acerca de las funciones de la pena (en derecho penal) se postula la función disuasiva. Por lo tanto, para cualquier S que quiera realizar C, si S no quiere realizar C porque C está penado, entonces, si C no está penado, S hará C. Luego, la despenalización de C promueve C respecto de aquellos sujetos que realizarían C si C no estuviera penado.
    La segunda razón es empírica: los grupos de interés (lobby) que apuestan por la despenalización del aborto lo hacen en el entendido de que dicha despenalización avanzará (o esperan que avance) hacia el establecimiento de una industria abortista, como en varios lugares del mundo. Evidencia de ello es el rol de Planned Parenthood en el financiamiento de dichos grupos de interés.
    Por lo anterior, (E) es verdadero (es decir: despenalizar implica promover). Y ambas razones apoyan la falsedad de (B), es decir, que despenalizar el aborto no implica legislar a favor del aborto. Pero sí lo implican. Por lo tanto, Berríos comete una falacia.
    Respecto de (3), sólo diré que ese enunciado sería normativamente verdadero respecto de ciertos casos, pero no en absoluto. No me parece relevante tocar este tema ahora.
    Respecto de (4), me parece que es falso en todos los sentidos posibles. Particularmente, me parece empíricamente falso porque existen muchas personas que demuestran una preocupación sincera y profunda respecto de todas las personas. Por supuesto, es normativamente falso porque uno debería tener siempre una preocupación por todas las personas. No creo que sea necesario agregar más.
    Finalmente, (5). No pondré en duda la experiencia del padre. Sí pondré en duda las consecuencias que algunos pretenden extraer de ese enunciado, el que hay que entenderlo en relación con (4). Aquí habla de una “hipocresía que nos hace poco creíbles”. Estoy de acuerdo con esa afirmación. Sin embargo, si yo afirmo X y niego Y, siendo que, en razón de la premisa Z debería afirmar X e Y, eso no implica que, si Z es verdadero e implica la verdad de X e Y, el que niegue Y signifique que X sea falso. En otras palabras: no porque un sujeto afirme que el aborto es inmoral y que, por ejemplo, la pobreza no es inmoral, siendo que por su background antropológico-ético-político debería afirmarla como inmoral – y por lo tanto, S es o hipócrita o, al menos, tiene creencias mutuamente contradictorias – eso hace que su primera afirmación sea falsa. Ese tipo de pseudo razonamiento – conocido como la falacia tu quoque, la que es una especie de falacia ad hominem – que apela a la coherencia moral del sujeto, es muy común entre los defensores del aborto (como lo expliqué en una columna hace un tiempo).
    Supongamos que:

(F) A S se le respetó el derecho a nacer

Y además, que:

(G) A S no se le respetó el derecho a ser persona

Premisa esencial para (G) es (F), porque si no se le respetó el derecho a nacer, entonces no se le respetó el derecho a ser persona. Si afirmamos que (G) refiere al siguiente enunciado normativo:

(GN) Para cualquier S, S debe ser respetado en su derecho a ser persona.

Implica, para que sea verdadero, que S exista. Luego, cualquier persona que niegue (F) por afirmar (G) o (GN), está comprometido, formalmente, con una contradicción.
    Finalmente: no quisiera que este razonamiento se extienda a todo lo que dice Berríos (particularmente respecto de la pobreza, la que conoce por experiencia propia). Sin embargo, en este punto, su decir confunde más que aclara, y espero haberlo dejado relativamente establecido. Me parece, también, importante hacer notar lo del enunciado (1): que cualquier cristiano con una formación doctrinal mínima debería estar racionalmente compelido a rechazar el aborto en todas sus formas. Por cierto, esto no se aplica para quienes no son cristianos, aún cuando el grueso de los argumentos filosóficos apoya, según me parece, conclusión semejante. Sólo que, desde las premisas cristianas (una concepción teológica apoyada en una antropología robusta, un realismo moral y una ética perfeccionista) la oposición al aborto se siga con naturalidad.

ANEXO 1

Cristián Mella Cortés me replica lo siguiente:
"Creo que el argumento empìrico para demostrar que despenalizar sí implica favorecer el aborto es plauible. Pero conceptualmente, creo que sacar una conducta de la esfera penal no implica impulsar, apoyar o amparar dicha acción. Hay una diferencia entre norma permisiva e imperativa que no puede ser obviada. No es lo mismo tolerar que favorecer. Todo, por supuesto, desde el plano conceptual".
    A ello respondo:
Efectivamente, hay una distinción conceptual entre norma permisiva e imperativa, como entre tolerar y favorecer. Creo, sin embargo, que esa distinción no es exitosa para afirmar (B), y que, en este caso, despenalizar implica favorecer. Por lo siguiente: hay ciertas conductas que no exigen una legislación positiva de parte del estado para permitir que dicha conducta se realice. Estas son las "libertades". Por otro lado, existen ciertas conductas que requieren una regulación positiva del estado para ser realizadas. Esas no son "libertades". Por supuesto, una norma permisiva sería libertad, pero si requiere una legislación especial para realizar esa conducta, entonces no es una libertad, y ahí el estado, respecto de esa conducta, no la tolera, sino que la promueve, al promover una legislación positiva para el ejercicio de esa conducta. Ese es el caso del aborto. Tendrá que haber una legislación positiva que establezca un marco a partir del cual esto podrá ser realizado, porque por la naturaleza misma de esta conducta, a diferencia de una libertad como la de movimiento, se requiere una serie de prestaciones materiales, que pueden ser o estatales o privadas. Por ello, no cae dentro del ámbito de una norma permisiva, ni tampoco en el ámbito de la tolerancia.

ANEXO 2

Otro argumento para afirmar la incoherencia de (2). Creo que puede reducirse al absurdo. Supongamos que (2) implica (B), y que (B) es verdadero. Eso implica que legislar a favor del aborto es distinto de su despenalización. ¿Qué sería, entonces, legislar a favor del aborto? Si eso no implica establecer una regulación respecto del mismo (en la línea de lo que se comentó en el Anexo 1 respecto de la tolerancia y la norma permisiva), entonces la única opción de entender "legislar a favor del aborto" es que se establezca una legislación obligatoria (porque, por hipótesis, establecer un marco regulatorio, y por lo tanto, tolerar y permitir no entran en el caso de "legislar a favor de X" sino "despenalizar X") respecto del aborto, lo que es absurdo. 

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